Recorrido de nuestro viaje por Rumanía |
Rumanía evoca en mi la imagen de pequeños pueblos rurales, con la gente resguardada en sus casas, alimentando el fuego no sólo para alejar el frío del invierno, sino también el miedo infundido por sus leyendas y su folklore. Y la verdad es que tras estar allí aún sigo teniendo esa sensación.
Era cuestión de tiempo que me decidiera a visitarla,
y finalmente lo pude hacer estas pascuas, tras leer un libro de Julio Verne
"el castillo de los Cárpatos" que reavivó de nuevo mi imaginación con
respecto a estas tierras.
Antes de empezar el relato, quiero destacar varias
cosas de Rumanía, o por lo menos, de la impresión que me llevé.
La gente fue muy amable en todo momento, siempre dispuestos a ayudar, y a hablarte aunque no los entendieras.
La gente fue muy amable en todo momento, siempre dispuestos a ayudar, y a hablarte aunque no los entendieras.
El país es por lo general muy barato, sobre todo en
alojamientos y en comida. Nos
comentaron que el sueldo medio oscila en torno a los 200 - 250 euros. Sin
embargo, la gasolina cuesta lo mismo que aquí, por lo que abundaba la gente
haciendo autostop.
Nada más salir de las grandes ciudades, el entorno es
completamente rural; gentes con caballo y carro, calles embarradas sin asfaltar
y casetas de una planta, muchas de ellas con su huerto y sus gallinas. En la
zona de los Cárpatos mucha gente vive de la economía forestal sobre todo la
tala. Las etnias gitanas, antaño nómadas, viven ahora en los pueblos, mezclados
con el resto de la gente.
A pesar de las calles enlodadas, las carreteras las
encontramos todas en perfecto estado, y no sólo las principales.
Todos los alojamientos en los que nos hospedamos estaban impecablemente limpios, dándonos la impresión de ser la tónica general allá donde fueres.
Todos los alojamientos en los que nos hospedamos estaban impecablemente limpios, dándonos la impresión de ser la tónica general allá donde fueres.
También quiero destacar que no nos sentimos inseguros
en ningún sitio, y nadie, absolutamente nadie, nos agobió para comprar, obtener
dinero, o similar, como quizás podría esperarse de un país pobre.
Dicho esto, podemos
empezar el relato.
Nada más llegar a
Bucarest y tras recoger el Dacia Duster que habíamos alquilado nos dirigimos a
nuestro primer destino, Campina, para pasar allí la noche, camino de los
Cárpatos. Era un 28 de marzo y la pequeña ciudad estaba cubierta por un ligero
manto de nieve, preludio de lo que nos esperaría más adelante en la montaña. Caía
ya la tarde cuando llegamos a la “pensiunea” Casablanca. Este tipo de
alojamientos, casas particulares acondicionadas equivalentes a lo que conocemos
como bed & breakfast, son muy comunes en Rumanía y en nuestra opinión muy
recomendables.
A la mañana siguiente, debíamos
atravesar los Cárpatos de camino a Bran. Nuestra anfitriona nos recomendó parar
en Busteni y tomar un teleférico con la promesa de unas vistas inmejorables.
No tardamos en
internarnos en la barrera montañosa, con la capa de nieve espesándose por
momentos. Nuestra primera parada fue en Sinaia donde visitamos el llamativo Castillo de Peles.
Castillo de Peles (Sinaia) |
Varios kilómetros más adelante llegamos a
Busteni. Era un día gris y algo ventoso por lo que el teleférico no funcionaba,
sin embargo este aparente contratiempo se convertiría en uno de los mejores
días de nuestra estancia cuando aceptamos el ofrecimiento de un señor llamado
Mili, quién según supimos más tarde regentaba una pensión por la zona, de
llevarnos de excursión por la montaña en su todoterreno. Compartimos el viaje
con otra pareja rumana de Constanza que hacían turismo nacional. El paisaje
nevado era espectacular; árboles cubiertos por cristales de hielo, lagos
enterrados en la nieve… Una estampa totalmente navideña a finales de marzo. El
coche patinaba por la pista nevada y la conversación ahora en inglés, ahora en
francés, ahora en italiano (imaginaros lo bien que nos entendíamos) se fue
haciendo realmente amena y divertida. Visitamos una cueva con estalagmitas de
hielo, un monasterio en la boca de una gruta de 3 km que por supuesto
recorrimos toda, y comimos en una remota cabaña cuyo propietario resultó que
había trabajado años atrás en nuestro pueblo; fue como encontrarnos a un
paisano.
Ya de noche, llegábamos a
nuestro hotel en Bran, el Transylvanian Inn. Desde nuestra habitación
veíamos su Castillo, cuya visión iba a resultar mucho más imponente al
amanecer con el macizo montañoso a sus
espaldas.
Castillo de Bran. Vista desde la habitación del Transylvanian Inn |
A continuación visitamos, la ciudadela medieval de Rasnov, y llegamos a Brasov, capital de provincia, justo para comer. Por fin apareció el sol, la nieve había quedado atrás y la meseta transilvana aparecía despejada.
Nuestra próxima parada sería
en Sighisoara. Esta ciudad patrimonio de la Unesco, destaca por su casco
medieval y por ser el lugar de nacimiento de Vlad Tepes “el empalador” popularmente conocido como Drácula. Quizás no este demasiado bien conservada o restaurada, pero eso mismo hace que resulte fácil dejarse embrujar por su ambiente, recorriendo sus calles con bares y cafés llenos de ambiente. Merece la pena
una visita a la Torre del Reloj.
Con base en Sighishoara, nos dirigimos a Sibiu pero antes
paramos en el pueblo de Biertan que cuenta con una impresionante iglesia
fortificada. Procurábamos siempre avanzar por carreteras secundarias e incluso
alguna vez el GPS nos internó por pistas forestales. Cada vez nos hacíamos más a ese entorno rural y apacible, capaz de llevarte atrás en el tiempo.
En Sibiu aparcamos por casualidad a 20 metros del casco antiguo sin saberlo y tras preguntar, pues eso…. al girar la esquina nos internamos de lleno en sus calles empedradas. Nos llamó la atención como los niños a la hora de la merienda se dirigían hacia unas panaderías donde preparaban unas rosquillas trenzadas. Desde la calle podías ver el proceso de elaboración y por supuesto, nos hicimos con unas. Más adelante visitamos el mercado local donde compramos miel con su trozo de panal incluido.
Sighisoara |
En Sibiu aparcamos por casualidad a 20 metros del casco antiguo sin saberlo y tras preguntar, pues eso…. al girar la esquina nos internamos de lleno en sus calles empedradas. Nos llamó la atención como los niños a la hora de la merienda se dirigían hacia unas panaderías donde preparaban unas rosquillas trenzadas. Desde la calle podías ver el proceso de elaboración y por supuesto, nos hicimos con unas. Más adelante visitamos el mercado local donde compramos miel con su trozo de panal incluido.
Rosquillas trenzadas en Sibiu |
Ya en Cluj-Napoca, buscamos nuestra pensión en un pueblo en la periferia llamado Floresti y
empezamos a planear nuestra excursión del día siguiente por el Parque Natural
de Apuseni.
Empezó el día con lluvia, pero eso no nos
desalentó. Antes de salir concertamos con la dueña de la pensión una cena
casera, entrada que ya publiqué en este blog.
No tardamos en internamos
por las carreteras de montaña atravesando preciosos bosques hasta dar con un lago
en las cumbres. Estábamos haciendo un recorrido circular que nos llevaría de
vuelta a través de pistas embarradas que pondrían a prueba nuestro todoterreno
y que nos ofrecerían vistas y paisajes espectaculares. Paramos a tomar café en
un pueblecito. El bar y la casa de la dueña eran todo uno. Tras llamar a voces
apareció una mujer enjuta de cara amable dispuesta a atendernos aún sin entendernos…Al final de la corrida conseguimos el último sobre de
Nescafé que le quedaba y un sobrecito de chocolate instantáneo, todo ello
preparado con el agua caliente del grifo. En la tele daban una telenovela en
español.
Parque Nacional Apuseni |
Ya de vuelta en la
pensión nos dimos un buen banquete y nos preparamos para despedirnos de este
país tan auténtico, del que guardaremos siempre un grato recuerdo.
A continuación, os dejo un vídeo con fotos que he preparado del viaje.
Muchas gracias!!!!!!!!!!
ResponderEliminarMe ha encantado! un lugar muy diferente al nuestro, su gente, cultura,... para abrirnos la mente!
Que maravilla de sitio y el día que me toque la loto, pienso viajar por todo el mundo!
ResponderEliminarGracias por ponerlo!
Tengo ganas de ir!!! Después de leer y ver todo lo que hicisteis!!!
ResponderEliminarWooow!! Las fotos son geniales!!! Lo has contado como un pequeño cuento!!! :)
ResponderEliminarMe pica la curiosidad ;-) tomo nota como un posible destino, me encanta...
ResponderEliminarLos viajes y la cocina, son dos buenos compañeros. Enhorabuena por tu blog!!!
Me apasiona este blog: las fotos, las recetas... las vivencias. No se sigues estas cadenas de premios o no, pero es para mí un honor entregarte este. Si te apetece,pásate por el mío y recogelo (es el nº 7)
ResponderEliminarUn saludo
http://reginaysusdulces.blogspot.com.es/
¡Qué reportaje tan bonito! ¡Enhorabuena por este documento gráfico y fotográfico!!
ResponderEliminarUn abrazo,
Marta ("sweet & Home la Vida es Dulce")